
Hay novelas que cuando las lees son como montar en bicicleta, una vez lo has hecho, no importa cuantos años pasen, siempre vas a recordarlo. ‘El Gran Gatsby’, por Scott Fitzgerald es un claro ejemplo de ello. Sus personajes, escenarios, simbolismos y trama son iconos de la literatura americana desde hace casi un siglo ya. Pero hoy no estoy aquí para hablaros de la importancia de dicha novela, si no de su adaptación a las viñetas, realizada por Ted Adams con el dibujo del portugués Jorge Coelho.
Ted Adams es principalmente conocido por adaptar novelas al cómic, contando en su haber con adaptaciones como ‘El Hombre Menguante’ o ‘La Isla del Dr. Moreau’. Además, también ha adaptado al cómic distintas entregas de ‘Resident Evil’. No obstante, poco más cuenta en su haber a excepción de la mediocre ‘Diablo House’. Por tanto, no es que sea uno de los grandes guionistas del panorama del comic americano y podríamos decir que su zona de confort son las traducciones de otros medios al de las viñetas.
Afortunadamente, a su lado en esta ocasión cuenta con un dibujante que cada vez va haciendo más ruido. El portugués Jorge Coelho ya ha hecho varios trabajos de cierta importancia para Marvel, participando en proyectos como ‘Loki, Agente de asgard’, ‘Rocket Raccoon’ y ‘Venom’. Además, en Boom! Studios fue el responsable del dibujo de la serie ‘Robocop: Citizens Arrest’. Es un dibujante versátil, que acepta proyectos de distinta índole pero siempre siendo fiel a su estilo del que luego os hablaré.

Para el que no conozca la trama de ‘El Gran Gatsby’ porque no haya leído nunca la novela o visto cualquiera de sus distintas adaptaciones a la gran pantalla – siendo la mejor, obviamente, la de Robert Redford – os diré que se trata de una historia que habla del decrépito sueño americano, de la codicia, de la decadencia social, de la doble moral, de la traición, de la marginación entre clases sociales. Pero también trata del amor, la amistad, el honor y los sueños.
Estamos en el verano de 1922, y nuestro protagonista, el bueno de Nick Carraway, se muda a una pequeña casita que alquila en Long Island, en la zona conocida como West Egg. A su lado, se yergue la imponente mansión del misterioso Jay Gatsby, misterioso personaje de la escena social lugareña célebre por sus fiestas desenfrenadas. Al otro lado de la bahía, en el East Egg – la zona de más alto standing de la localidad – vive la prima segunda de Nick, Daisy y su marido Tom Buchanan, un tipo arrogante y brusco. También con este matrimonio pasa el verano Jordan Baker, una célebre jugadora de golf. Será a través de estos personajes que Nick, y nosotros los lectores a través de él, descubramos la hueca fachada de la sociedad educada de los EEUU de la época. Entre el West Egg y Nueva York, la acción desvelará las infidelidades de Tom, la superficialidad de Daisy, y sobre todo iremos conociendo al misterioso Gatsby, su pasado y su vínculo con el resto de personajes.

Ya hemos hablado de otras adaptaciones de novelas a cómics en la Estación de Nieblas, y en este caso, he de decir que más que una adaptación se trata de un resumen de la obra original sobre la que se apoya de modo literal, siendo más un reflejo perfecto de los textos de Fitzgerald que una adaptación propiamente dicha. Esto puede ser bueno o malo según se mire. Si tomamos como perspectiva el trabajo como guionista, Ted Adams se ha limitado a hacer lo mismo que un alumno de quinto de primaria cuando le toca resumir el tema de los invertebrados. Lo copia tal cual y quita algunas cosas. A su favor, queda decir que lo que deja fuera de la obra no se echa de menos y captura la esencia. No obstante, no puedo decir que se trate de un majestuoso trabajo de adaptación de guion porque no existe, y esto puede restarle puntos para muchos.
Pero también podemos pensar que no hay necesidad de alterar lo que ya está bien hecho, y desde esa perspectiva, este trabajo puede atraer a aquellos puristas que quieren ver la novela plasmada en viñetas, sin adulterar ni viciar. Y yo me encuentro más en este punto, para mí esto es Scott Fitzgerald con Jorge Coelho y Ted Adams es prácticamente anecdótico, por lo que he de decir que sí he disfrutado de esta obra.
Y hablando de Coelho. ¡Qué maravilla! Os hablaba de su estilo fiel y reconocible. Pero es que aquí se sale. El dibujo de Coelho es sorprendentemente exacto; no hay líneas mal colocadas, ni marcos desordenados. Cada panel está perfectamente equilibrado, exactamente habitado por los personajes, los cuales no sólo se sienten increíblemente elegantes, sino también su mundo. Los objetos, los muebles, los grandes salones de baile, todo está representado con estilo. Además, el portugués hace un uso de las líneas sublime, con un trazo muy limpio y un uso muy curioso de las líneas rectas y curvas, empleando las primeras para representar a los personajes masculinos y las segundas, mucho más libres y flexibles, para representar a las damas. Dichas líneas también las empleará como recurso a la hora de plasmar los atardeceres de verano, unas viñetas muy trabajadas simbolizando ese dramático porvenir que tendrá el desenlace de la historia para los personajes.

Junto a él, su compatriota Inés Amaro, encargada de los colores, consigue llevarnos desde el país de las velas y grandes salones, al decadente valle de las cenizas, iluminarnos de verde las viñetas a través de la luz del faro del East Egg y jugar con los pigmentos del verano para dar vida a una obra que visualmente me ha parecido impecable. Juntos, logran plasmar la esencia de la obra de Fitzgerald de un modo más personal, cosa que como os contaba, Adams no consigue.
Por acabar me gustaría hablar de la edición que nos trae Planeta. Este cartoné cuenta con una portada y diseños idénticos a las ediciones que se pueden encontrar en otros países, y sobre todo es interesante mencionar el papel elegido para la ocasión. Se trata de un papel offset, carente de brillo, que nos transmite de manera más artesanal si cabe esa paleta de colores de Amaro y nos sumerge en la década de los locos años 20 con ese sabor más clásico de cómic.

En definitiva, esta obra es un must para los amantes de la novela de Fitzgerald que necesiten un medio más, además de la novela y el cine, para disfrutar de este clásico de la Gran Novela Americana y que hará las delicias del que quiera encontrarse lo mismo que pudo leer en su formato original. Si no has leído la novela nunca, y no has visto ninguna de las adaptaciones, yo elegiría primero leer a Fitzgerald, luego verme a Redford y por último irme a esto, pero quizá sea buen punto de entrada para alguien al que le de pereza meterse con la obra original y sólo quieras satisfacer su curiosidad.