La Estación de Nieblas

Reseña: Carbono y Silicio

Hoy viajamos a un futuro no muy lejano de la mano de Carbono y Silicio, un cómic que nos trae en castellano Dibukks y que surge de la pluma y la mente de Mathieu Bablet, uno de esos autores europeos punteros que no dejan de sorprendernos con cada nuevo lanzamiento.

Esta obra nos trae una gran cantidad de temas por explorar, muchos relacionados con la sociedad humana o con la filosofía, pero todos perfectamente mimetizados en una historia enfocada en las Inteligencias Artificiales, muy en la línea de ese clásico cinematográfico de Spielberg llamado precisamente AI, de Blade Runner o de obras obras en papel como Ghost in the Shell.

El tema de las IAs es algo que a día de hoy, en 2023, está siendo sin duda uno de los avances más brutales a niveles tecnológicos, y parece que Bablet ya era algo que se veía venir allá por 2020, e incluso antes, puesto que la elaboración de este cómic le llevó nada más y nada menos que 4 largos años.

Al final, la historia queda recogida de manera redonda en un tomo único en tapa dura de unas 270 páginas, que se convierte en su tercer álbum en castellano tras La bella Muerte y la grandísima Shangri-La. Ambas con un tono, estilo y temas, muy en la línea de Carbono y Silicio.

La historia se centra en las 2 primeras Inteligencias Artificiales del mundo dotadas de un cuerpo físico: una femenina llamada Carbono y otra masculina llama Silicio. Ambas nacerán en una habitación aislada del mundo, a la que únicamente accederán de forma recurrente su creadora Noriko y otros científicos. Eso sí, Carbono y Silicio tendrán acceso contínuo e ilimitado a toda la información de la red y de cualquier sistema conectado a ella.

Para impedir su desarrollo más allá del control humano, estas IAs, y todas las que se produzcan después de ellas, contarán con un único limitante: un periodo de vida de tan solo 15 años. Pasado ese tiempo quedarán desactivadas para dar paso a una nueva generación. Pero este limitante quedará anulado para nuestros dos protagonistas. En el caso de Carbono es Noriko, su creadora, la que decide otorgarle una habilidad única: pasados esos 15 años, su conciencia no desaparecerá, si no que saltará automáticamente a otro cuerpo androide aleatorio que puede estar en cualquier rincón del mundo. De esta forma, Carbono podrá vivir eternamente mientras exista algún servidor en el planeta.

El cómic comienza con el rostro robótico de la Carbono más primigenia (el mismo que vemos en portada) junto al título del primer capítulo: Año 1 Silicon Valley. A partir de ahí cada capítulo comenzará con un nuevo rostro (que será el cuerpo que ocupe Carbono en ese momento), un nuevo lugar y una nueva fecha, que puede haber avanzado unos pocos años o hasta varios lustros en el futuro.
Estos saltos temporales y de lugar en cada capítulo hará que el cómic nos ofrezca un retrato inmenso no sólo de esta androide y su compañero, si no de como la humanidad ha ido avanzando a lo largo de los años, como las inteligencias artificiales han ido cambiando nuestra forma de vida y como estas han ido construyendo su propio rol dentro de la sociedad.

Veremos pasar literalmente siglos durante las páginas de esta obra. Una gran cantidad de años en los que Carbono y Silicio no serán figuras clave para la historia del planeta, si no que actuarán como simples espectadores de nuestra evolución, aportando visiones muy opuestas de los cambios que sufre todo a su alrededor. Así, mientras Carbono decide formar parte de la sociedad humana y encontrar la forma de convivir con nosotros, Silicio opta por alejarse de todo y dedicarse a realizar lo único que le aporta felicidad: recorrer el mundo en solitario visitando lugares en los que nunca haya estado anteriormente. Aunque, eso si, de manera casi inevitable, cada X tiempo necesitará reencontrarse con su compañera.

¿Al final entonces que temas toca este cómic? Pues cuesta bastante encorsetarlo de forma rápida. Como os decía antes, habla sobre todo de nosotros los humanos a nivel colectivo, de cómo nos esforzamos por convivir en sociedad cuando somos incapaces de hacerlo, de cómo nos relacionamos con la tecnología y de cómo esta, en la forma de inteligencias artificiales, podría relacionarse con nosotros de aquí a unos años.
Pero también habla de sentimientos más cercanos, y añade algo que me parece precioso: una historia de amor soterrada, un romance que cualquier amante de las novelas románticas odiaría por lo oculto que está dentro del cómic y que, por supuesto, no es otro que el de los propios Carbono y Silicio.

Como os digo, es una historia llena de matices, de capas y de momentos que se graban a fuego a base de conversaciones y escenas brutales. Apenas encontraremos acción aquí, pero aun así estamos ante un cómic muy dinámico gracias a los continuos saltos temporales y a la enorme cantidad de escenarios y situaciones que recorremos en tan pocas páginas. Bablet lleva a cabo una selección magistral de momentos para al final, con todos ellos, dibujarnos el cuadro que quería pintar desde el minuto uno. Un recurso narrativo brillante que me recordó a otro cómic sobresaliente: Carta Blanca, una obra en la que también se jugaba con saltos temporales breves dentro de las vidas de sus protagonistas para al final construir un retrato general de ellos y de su entorno.

Sobre el dibujo, poco puedo decir. Lo mejor es que vayáis a Google y busquéis algo del arte de Bablet, o que os paséis por vuestra tienda de confianza y ojeéis el tomo. Si no os lo lleváis bajo el brazo después de eso, es que algo se está muriendo en vuestro interior.

El dibujo es espectacular, cargado de detalles y de escenarios que parecen diseñados por un arquitecto. Cuenta además con un color apabullante que otorga a cada paisaje su paleta propia, lo que ayuda enormemente a sumergirnos en ellos y a enfatizar esa sensación de estar desplazándonos continuamente de un extremo del globo a otro.

El estilo de Bablet está claramente influenciado por el manga, y quizá lo único que pueda chocar a algunos sea ese particular diseño de rostros marca de la casa.

Es sinceramente un trabajo de matrícula de honor, y lo asombroso es que con todo y con eso, creo que en Carbono y Silicio ha bajado un peldaño el nivel de detalle que tenía en Shangri-La. Una obra donde la parte artística rozaba lo desquiciante a nivel de detalle.

El cómic en sus primeras páginas nos regala una conversación, que de hecho se incluye en la contraportada del tomo, y que me parece muy destacable. Tiene lugar entre Noriko, la creadora de estas dos Inteligencias Artificiales, y Carbono, justo después de encenderlos por primera vez y darles acceso a todo el conocimiento de internet.
Noriko les pregunta: Ahora que os hemos activado ¿Cuál es el primer pensamiento que queréis compartir con nosotros?
A lo que Carbono responde: El verdadero problema del planeta son los humanos. La única solución es destruirlos a todos.
Cómo es lógico, Noriko se queda patidifusa, casi en shock. Y Carbono vuelve a decir: ¡Es broma! Es un argumento que se encuentra en 738 obras de ficción…
Y entonces, la científica sonríe y respira tranquila.

Cuando cierras el cómic, y te encuentras esa frase una vez más de cara en esa contracubierta, os aseguro que os van a recorrer mucha sensaciones por la espina dorsal.

En resumen y ya para cerrar la reseña, Carbono y Silicio me ha parecido un cómic redondo, al nivel de lo que esperaba de Bablet tras la gran Shangri-La.
Muy poco tendrían que gustarte las historias de ambientación cyberpunk como para no recomendarte este cómic, pero es que creo que aun así es algo que tendríais que leer todos, ya sea de forma voluntaria o como lectura obligatoria en el colegio.

También puedes escuchar esta reseña en el siguiente enlace: Carbono y Silicio

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